domingo, 25 de noviembre de 2012

EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO SOBRE EL UNIVERSO

Cada día vemos que aparece tras las altas montañas una estrella cuyo brillo opaca la presencia de los luceros que iluminan la noche. A medida que transcurren las horas parece moverse a través del cielo, luego desaparece en el poniente. Esta estrella es nuestro Sol.
Para un observador que está en la Tierra, el Sol parece moverse en el cielo. A los astrónomos griegos de la antigüedad les pasaba lo mismo.
El filósofo griego Pitágoras, en el siglo VI a.C., enseñaba que, al igual que el Sol y la Luna, todos los planetas describían órbitas circulares alrededor de la Tierra. Así también lo creía en griego llamado Ptolomeo, quien postulaba que todos los objetos del cielo Sol, Luna y planetas giraban en torno a la Tierra. Ésta se consideraba fija en el centro del Universo. Esta concepción se denomina modelo geocéntrico del Universo.

Mucho más tarde, en el siglo XVI, un astrónomo polaco llamado Nicolás Copérnico (1473-1543), considerado uno de los fundadores de la astronomía moderna, llego a la conclusión de que el modelo geocéntrico no explicaba satisfactoriamente las numerosas observaciones que él y otros astrónomos habían realizado.
Copérnico propuso un modelo diferente del Universo. Éste se conoce con el nombre de modelo heliocéntrico (helio=sol), pues afirma que el Sol ocupa el centro, y la Tierra y los demás planetas giran alrededor de él.

El enfrentamiento histórico entre estas dos concepciones del cosmos -centrado en la Tierra o centrado en el Sol- alcanzó su punto culminante en la persona de Johannes Kepler. Éste se vio obligado a aceptar, luego de muchos estudios, que las órbitas de los planetas no son circulares, el Sol no está en el centro, sino desplazado en uno en uno de los focos de la elipse.

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